La economía informal en Colombia ha alcanzado niveles alarmantes. Según datos del DANE, los colombianos ocupados informales en el trimestre móvil de marzo a mayo de 2024 alcanzaron el 55,9 %, lo que significa que más de 12,8 millones de personas se ganan la vida desde la informalidad. Son trabajadores que encuentran en la venta de productos y servicios una fuente de ingresos.

Y aunque su labor no solo representa una forma de subsistencia para ellos y sus familias, sino que también contribuye al dinamismo de la economía local, esta población se enfrenta a condiciones de vulnerabilidad económica, desempleo, pobreza, necesidades básicas insatisfechas, desplazamiento (en algunos casos), restricciones de acceso al sistema de seguridad social y falta de oportunidades para acceder al sistema financiero, lo que dificulta la financiación de sus emprendimientos.

Es crucial analizar sus condiciones de vida y situación financiera para comprender el panorama real y los desafíos que enfrentan. Para esto, el Politécnico Grancolombiano y la Corporación Fomentamos – ONG realizaron el estudio ‘Caracterización de los miembros de los círculos solidarios de Fomentamos’, liderada por los docentes María Eugenia Morales, Migdalia María Betancur y Luis Aníbal Álvarez. Se llevó a cabo a través de una investigación descriptiva con enfoque exploratorio, a través de una encuesta con 67 preguntas, que fue aplicada a 4.519 personas, abarcando 22 municipios en los departamentos de Antioquia, Boyacá, Cundinamarca y Valle del Cauca.

¿Quiénes son los comerciantes informales?

La primera y más contundente conclusión de la investigación es que la mayoría de esta población es femenina y, en gran medida, madres cabezas de hogar. El 81,1 % de las encuestadas fueron mujeres, el 18,2 % hombres y el 0,7 % pertenecen a la comunidad LGTBIQ+. El 50 % respondió estar solo, ya sea soltero, separado, divorciado o viudo; mientras que, el 50 % respondió ser casado o en unión libre. Sin embargo, el 73 % manifestó ser cabeza de familia, algunos afirmando que, a pesar de contar con una pareja, no reciben apoyo económico de ella.

En cuanto a la edad, el 86 % de la población está entre 30 y 70 años, considerada ya como adulta y con menores posibilidades de vinculación al mundo laboral formal. Incluso, el rango de edad que más concentra comerciantes informales está entre los 51 y 60 años (29 %), acercándose a la tercera edad. Se suma otro 20 % que hace parte de la población considerada como tercera edad.

Otro factor que dificulta aún más su inserción en el mercado laboral formal es el nivel de formación el 75 % manifiesta no tener ningún estudio de educación superior, incluso, algunos de ellos solo hicieron unos niveles de primaria. Apenas un 5 % cuenta con estudios profesionales y menos del 1 % tiene estudios posgraduales. Algunos han encontrado la opción en estudios técnicos y tecnólogos, por su mayor facilidad de acceso económico.

En cuanto a la conformación de su núcleo familiar, el 24 % manifiesta no tener personas a cargo, mientras que más del 50 % dice tener entre una o dos personas a cargo y el 21 % tiene entre 3 y 7. Al preguntarles cuántas personas conviven bajo el mismo techo, más de la mitad responde que entre 1 y 3, y el 58 % de los hogares tienen miembros menores de 18 años, lo que refleja que la densidad familiar continúa disminuyendo.

El estudio también resalta que el 85 % de los miembros del hogar se encuentra ocupado la mayor parte de la semana. Además, el 81 % de los encuestados no cotiza al sistema de seguridad social, y aunque la mayoría de personas deberían estar vinculados al régimen subsidiado a través del Sisbén, esta situación no siempre se logra; solo el 33% son beneficiarios y el 46% se encuentran vinculados al régimen subsidiado a través del Sisbén. Se encontraron personas que sufren cambio de domicilio constante, quedando en riesgo de atención básica de los programas de salud (tanto para colombianos, como para migrantes sin la normalización de su ingreso al país), agravando sus condiciones de salud y de educación.

¿Cómo son sus condiciones de vida?

La investigación encontró que el 46 % vive en viviendas alquiladas, mientras que el 32 % posee su propia vivienda y el 21 % reside en viviendas familiares. Es de destacar que la mayoría de estas familias disponen de electrodomésticos básicos, aunque llama la atención que un considerable número de familias (1,225 en total) aún no cuentan con lavadora, situación que complica especialmente la labor de las madres cabeza de familia.

En cuanto al material utilizado en el techo de las viviendas, el 55 % está construido con plancha, el 21 % con Eternit, el 12 % con teja, el 9 % con zinc y el 3 % con madera. Respecto al tipo de pisos, el 57 % manifiesta tiene baldosa, el 37 % cemento, el 3 % tierra y el 2 % madera. Además, el 74 % de las paredes están hechas de material como cemento o adobe.

¿Cómo son sus finanzas?

Hallaron que las unidades productivas se centran mayormente en el comercio informal, reflejando cifras alarmantes en cuanto a sus ingresos diarios. El 41 % (la mayoría) recibe entre $10.001 y $30.000, el 7 % entre $5.001 y $10.000, incluso el 3 % recibe menos de $5.000. Estos son recursos insuficientes que no alcanzan a suplir el salario mínimo legal vigente en Colombia. Sorprende que solo el 8 % recibe más de $60.000 al día. Es importante tener en cuenta que, según la Cepal, se considera línea de pobreza extrema para Colombia, aquellas personas que reciben menos de USD$2 al día y en condición de pobreza quienes reciben menos de USD$5 al día; y, para el DANE, quienes reciben menos de $7.295 al día estarán en pobreza extrema y quienes reciben $14.513 al día están en línea de pobreza.

Ahora bien, su sustento económico proviene principalmente de actividades que involucran la venta de alimentos. Además, otras personas se dedican a las confecciones y las ventas por catálogo. Otras actividades como el reciclaje, trabajos en almacenes y ventas, peluquerías, trabajos domésticos, entre otros, también son opciones para esta población.

Los investigadores destacan que para los comerciantes informales es difícil acceder al sistema bancario tradicional, debido a que no cuentan con el respaldo financiero para tener una vida crediticia. Muchos se han vinculado a servicios financieros a través de los círculos solidarios, una modalidad de crédito y ahorro en la que grupos de personas de una misma comunidad se reúnen para acceder a pequeños créditos con el propósito de fortalecer e impulsar sus negocios.

El 60 % de los encuestados manifiestan que antes de conocer los círculos solidarios no habían accedido a ningún producto del sistema financiero. Por eso, algunos decidieron acceder a préstamos extra bancarios como los paga diarios o ‘gota a gota’. El 70 % manifiesta haber solicitado un préstamo de este tipo, invirtiéndolo principalmente en el negocio, pero también en necesidades básicas como la alimentación, servicios públicos, educación, e incluso para suplir calamidades domésticas. Sin embargo, este tipo de préstamos les acarreó la imposibilidad de pagar las deudas, incluso hasta el punto de poner en riesgo su integridad física o emocional o la de sus familias, algunos de ellos tuvieron que desplazarse y otros tuvieron que despojarse de sus pertenencias.

“Los hallazgos de esta investigación subrayan los desafíos económicos y sociales que enfrentan los trabajadores informales y sus familias en Colombia. Además, destacan la importancia de programas como los círculos solidarios para mejorar el acceso a servicios financieros y promover prácticas económicas más estables y sostenibles. Para el futuro, es crucial seguir desarrollando iniciativas que fortalezcan la inclusión financiera y brinden apoyo integral a esta población vulnerable, garantizando así condiciones de vida más dignas y oportunidades equitativas para todos”, afirmaron los docentes del Politécnico Grancolombiano.