Subastar activos que han dejado de ser estratégicos, pero que aún conservan valor en el mercado, se ha convertido en una de las decisiones más efectivas para maximizar rentabilidad dentro de una empresa. Así lo plantea Martha Gómez, CEO de Subastas y Comercio, quien ha liderado durante más de dos décadas un modelo que transforma los excedentes en liquidez inmediata sin sacrificar valor. Vehículos corporativos, maquinaria industrial, tecnología, mobiliario o incluso chatarra, dejan de ser vistos como cargas operativas para convertirse en oportunidades financieras.

Vehículos como camionetas, sedanes o flotas utilitarias que han terminado su ciclo operativo, especialmente en sectores como energía o infraestructura, conservan alta demanda en el mercado secundario; lo mismo ocurre con maquinaria de construcción, montacargas o taladros industriales, que al salir del core de operación de una compañía pueden resultar esenciales para pequeños contratistas, empresas emergentes o sectores como la minería y la manufactura. Incluso los equipos tecnológicos, cuyo ciclo de vida suele ser más corto, encuentran compradores en universidades o startups que valoran su funcionalidad en medio de una caducidad funcional y comercial.

Subastas y Comercio se ha especializado en construir procesos donde cada activo se valoriza de forma técnica y estratégica. La experiencia ha demostrado que una buena subasta empieza con una valoración experta que define precios base y lotes competitivos. El éxito radica en agrupar inteligentemente activos, generar confianza a través de visitas

presenciales o virtuales, y ejecutar campañas de marketing digital segmentadas con publicaciones georreferenciadas. Este enfoque permite atraer oferentes diversos, aumentar la puja y asegurar que el retorno económico se combine con orden logístico y eficiencia operativa.

Desde el inicio de la compañía en el año 2000, Martha Gómez supo que la industria necesitaba algo más que una plataforma de ventas, necesitaba generar un concepto propio de confianza. En un momento en que las subastas eran vistas como procesos informales o poco confiables, apostó por la ética, la tecnología y la transparencia radical como valores diferenciales. Con una inversión temprana en digitalización, cuando aún no era tendencia, lanzó una plataforma propia que permitió sistematizar datos, crear trazabilidad en cada operación y abrir el acceso al mercado. Así, el modelo se consolidó no solo entre grandes empresas, sino también entre emprendedores, microempresarios y personas naturales que encontraron en la subasta una forma legítima y rentable de acceder a los activos.

Hoy Subastas y Comercio opera con una comunidad activa de compradores en sectores como hidrocarburos, banca, infraestructura, logística e industria pesada. Lo que empezó como una apuesta local se convirtió en una plataforma con alcance internacional que no solo comercializa bienes, sino que construye soluciones con impacto financiero, logístico y estratégico.

Tomar decisiones basadas en una matriz de uso, versus valor, es otra de las recomendaciones de Martha Gómez. Si un activo lleva más de seis meses en desuso, genera costos y tiene potencial de comercialización, subastarlo es una apuesta por la eficiencia y la economía circular. Este enfoque permite liberar espacio, eliminar costos ocultos y reinvertir en lo que realmente mueve el negocio.

Todo este alcance ha sido consecuencia de hacer las cosas con ética, visión de largo plazo y una profunda convicción de que las subastas pueden transformar la gestión de activos en Colombia. En Subastas y Comercio no se trata solo de vender, sino de generar valor sostenible para cada cliente.