En un contexto donde el acceso a servicios financieros tradicionales sigue siendo limitado o inexistente para muchas comunidades rurales, los
En un contexto donde el acceso a servicios financieros tradicionales sigue siendo limitado o inexistente para muchas comunidades rurales, los modelos asociativos autogestionados están demostrando ser una alternativa poderosa, práctica y sostenible. A través de los Grupos Autogestionados de Ahorro y Crédito (GAAC), cientos de comunidades están construyendo sus propias rutas hacia el desarrollo económico, la autonomía y la resiliencia colectiva.
Estos esquemas financieros han resultado ser una respuesta solidaria y transformadora frente a las brechas financieras. La Fundación Alpina ha jugado un papel clave en su implementación en zonas rurales del país, brindando apoyo técnico y acompañamiento para fortalecer las capacidades organizativas locales. Gracias a estos mecanismos, las personas pueden ahorrar de manera conjunta, otorgarse préstamos entre sus miembros, invertir en sus pequeños negocios o cultivos y planificar colectivamente según sus necesidades. Actualmente, se han consolidado 18 grupos autogestionados en las comunidades: 11 en La Guajira, 6 en Cauca y 1 en Vichada. Lo más valioso es que todo el proceso está liderado por la misma comunidad, que define cómo se administra el dinero y toma decisiones clave sobre los préstamos.
En las zonas rurales, los modelos asociativos autogestionados se han convertido en una herramienta clave para el desarrollo comunitario. No solo facilitan el acceso a recursos esenciales, sino que también promueven la solidaridad y la colaboración, contribuyendo al bienestar y la sostenibilidad de las comunidades. A continuación, se detallan algunas de las ventajas que estos modelos ofrecen en el territorio:
- Diversidad de habilidades: Permiten que los miembros pongan en común sus capacidades, conocimientos y recursos, enriqueciendo los proyectos y aumentando su efectividad.
- Distribución equitativa de beneficios: Aseguran que los beneficios generados se distribuyen de manera justa entre los participantes, contribuyendo a la equidad y la justicia social.
- Acceso a recursos y oportunidades: Facilitan el acceso conjunto a recursos financieros, materiales y de conociiento que pueden ser difíciles de obtener de manera individual.
- Fortalecimiento del tejido social: Fortalece las relaciones dentro de la comunidad, creando redes de confianza y colaboración que mejoran la cohesión social.
Los esquemas autogestionados no solo se limitan al aspecto financiero, también son un espacio de aprendizaje donde las personas desarrollan habilidades esenciales para su vida cotidiana y para el trabajo colectivo. Asimismo, estos grupos potencian el desarrollo de habilidades blandas esenciales como la empatía, la autoconfianza, la responsabilidad, la resiliencia y la capacidad de colaborar. Todas ellas son fundamentales para que las comunidades no solo mejoren su economía, sino también su bienestar colectivo, su autoestima y su sentido de pertenencia.
“Creemos en el desarrollo que pone a las personas en el centro. Estos procesos no solo mejoran las condiciones económicas de las familias, también fortalecen vínculos, construyen confianza y siembran las bases de una transformación sostenible”, destaca Camila Aguilar, Directora Ejecutiva de Fundación Alpina.
Finalmente, los grupos autogestionados de ahorro y crédito (GAAC), demuestran que es posible construir soluciones sostenibles desde las propias comunidades, basadas en el compromiso y la colaboración. En zonas rurales donde persisten las brechas de desigualdad, estos esquemas están abriendo nuevos caminos hacia la inclusión, la equidad y la justicia social. Desde Fundación Alpina, invitamos a sumarse a esta conversación, a conocer estas experiencias de transformación y a contar las historias de quienes, con autogestión y solidaridad, están cambiando sus vidas y las de sus comunidades.
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