Los mitos sobre el herpes zóster

Los mitos sobre el herpes zóster

El herpes zóster es una condición dolorosa producida por el virus de la varicela-zóster, el mismo que, durante la niñez,

El herpes zóster es una condición dolorosa producida por el virus de la varicela-zóster, el mismo que, durante la niñez, causa la varicela.  Esta se considera como la infección primaria, que, desde ese momento, pasa a una fase de latencia o inactividad, localizándose en el sistema nervioso. Años más tarde, este puede reactivarse ocasionando herpes zóster.[1] Se estima que el 99 % de las personas mayores de 40 años han tenido varicela[2] en algún momento de su vida y, de esos casos, 1 de cada 3 desarrollará herpes zóster cuando tenga 50 años o más.

 

A pesar de que la varicela es única causa para la aparición de esta condición, existen algunos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de reactivar el virus. Por ejemplo, personas con sistemas inmunitarios debilitados, ya sea por medicamentos o por enfermedades crónicas como el cáncer, el VIH o la diabetes.1,[3] Incluso, también hay otras posibles situaciones que pueden desencadenar la activación de este virus como el estrés crónico, estado que genera la liberación de hormonas como el cortisol al sistema inmune, suprimiendo las respuestas inmunológicas normales.

¿Cuáles son sus características?

Esta enfermedad suele reconocerse por su intenso dolor, pues, según estudios, el herpes zóster en su fase aguda y la neuralgia postherpética (dolor crónico que puede persistir incluso después de que las lesiones hayan desaparecido) puede ser incluso comparable con el dolor de un parto o un postoperatorio, convirtiéndolo en una condición que impacta las actividades diarias de una persona. [4] Además, al ser una infección que afecta los nervios que están debajo de la piel, puede desencadenar síntomas como ardor, hormigueo, sensibilidad, sarpullido, ampollas o picazón en uno de los lados del cuerpo, ya sea cuello, cara o torso.4

Con el paso del tiempo, se han generado mitos alrededor del herpes zóster que pueden producir confusión entre las personas. Ante esto, el doctor Víctor Saravia, gerente médico de vacunas en GSK Colombia desmitifica algunos conceptos comunes que hay en torno a esta condición.

 

Mito 1. Es altamente contagioso.

Verdadero, pero depende. “El herpes zóster no es contagioso en sí, es decir, un paciente que tiene esta infección no puede transmitir la enfermedad (culebrilla). Lo que sí se puede transmitir es el virus de la varicela en personas que no han tenido jamás esta condición y entraron en contacto directo con el líquido de las ampollas, lo que genera la infección primaria, que es la varicela”, aseguró Saravia. Además, es importante entender que el herpes zóster se presenta después de haber tenido varicela, por lo tanto, si un paciente nunca se ha contagiado, no tiene riesgo de desarrollar herpes zóster en un futuro.

 

Mito 2. No es grave, por lo que no es necesario tratarlo.

Falso. Esta es una enfermedad que puede afectar el bienestar de los pacientes, sobre todo, si el virus se reactiva en ciertas partes del cuerpo como la cara, ojos u oídos. En esos casos, la persona puede experimentar complicaciones como pérdida de visión o problemas en la audición. Incluso, en casos extremos, puede provocar neumonía o inflamación en el cerebro. 4

Sin embargo, es importante enfatizar que la complicación más común es la neuralgia posherpética, ya que puede perdurar tiempo después de desaparecer el sarpullido de la piel. Por eso, es fundamental acudir al médico para recibir una atención adecuada, controlar los síntomas y tratar este tipo de condiciones durante el proceso de recuperación.

 

Mito 3. Para que no se extienda la culebrilla en el cuerpo, se deben rodear las ampollas con esfero o tinta roja.

Falso. “Este es un mito muy común entre las personas. Sin embargo, es falso. Lo recomendable, para evitar complicaciones y mitigar los síntomas, es contar con un tratamiento que incluya antivirales o analgésicos recetados por un profesional de la salud”, sostuvo Saravia. Generalmente, para que el tratamiento sea más efectivo, se debe tratar dentro de los 3 días posteriores a la aparición de las ampollas, con el fin de que el progreso de la enfermedad sea menor y menos grave.

 

Mito 4. No se puede prevenir.

Falso. Actualmente, existen algunas medidas que se pueden implementar para evitar la trasmisión del virus. Una de las formas más efectivas es la vacunación, iniciando con el cumplimiento de los esquemas de inmunización contra la varicela en la niñez[5] y luego, contra el herpes zóster en la etapa adulta.[6] Sin embargo, es importante consultar siempre al médico de cabecera para recibir las indicaciones necesarias al momento de cumplir con los esquemas de inmunización. [7] Además, para evitar que otras personas entren en contacto directo con el sarpullido de herpes, se debe mantener cubiertas las zonas afectadas y tener un lavado de manos frecuente.

 

Mito 5. Si se une la cabeza y la cola del sarpullido, la persona podría morir.

Falso, pero depende. Por lo general, el herpes zóster suele aparecer en un solo lado del cuerpo, sin embargo, hay casos en los que el sarpullido se puede presentar en más de una zona; esto se conoce como herpes zóster grave, condición que depende del estado del sistema inmune del paciente y, que, de no ser tratado a tiempo, puede ser letal, sobre todo cuando el virus empieza a expandirse a otras partes del cuerpo, afectando órganos como pulmones, cerebro o riñones. [8]Es importante aclarar que este tipo de situaciones no son comunes y en su gran mayoría, sucede en personas inmunosuprimidas. En pacientes con sistemas inmunológicos normales, es una condición que se puede controlar y tratar sin llegar hasta este punto”, concluyó Saravia.

Al ser una enfermedad común, muchas personas pueden normalizar los síntomas o pensar que no puede afectar su día a día. Por eso, ante cualquier signo, sobre todo, después de los 50 años, es fundamental acudir al médico, ya que es una enfermedad que se puede prevenir y controlar por medio de soluciones como la vacunación, esto le ayudará a tener un curso de vida más saludable. ¡Ante la duda, consulte!

 



[1] Pilar Gil. (s. f) Herpes zóster. Clínica Universidad de Navarra. Disponible en: https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/herpes-zoster

[4] Joel Katz y Ronald Melzack. (1999). Measurement of pain. Surg Clin Noth Am, v 79, n 2, p 23 52. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/223328106_Measurement_of_pain

[5] Amaro García, Aurora Guerra-Tapia y Jose-Vicente Torregrosa. (2005). Tratamiento y prevención del herpes zoster. Vol. 125. No. 6. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-clinica-2-articulo-tratamiento-prevencion-del-herpes-zoster-13077377?code=ZC98xJAvOaVzc74sNmudwBieLtfkMq&newsletter=true

[6] Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. (2023). Vacuna contra la culebrilla (herpes zóster). Disponible en: https://www.cdc.gov/vaccines/vpd/shingles/public/shingrix/index-sp.html

[7] Sociedad Colombiana de Pediatría. (2024). Vacunación para mayores de 18 años inmunosuprimidos. Disponible en: https://scp.com.co/calendario-vacunas-adultos/#elementor-action%3Aaction%3Dpopup%3Aopen%26settings%3DeyJpZCI6IjU3OTk3IiwidG9nZ2xlIjpmYWxzZX0%3D

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