La relación entre edulcorantes bajos y sin calorías (LNCS, por sus siglas en inglés) y el control del peso, así
La relación entre edulcorantes bajos y sin calorías (LNCS, por sus siglas en inglés) y el control del peso, así como las conductas alimentarias, se ha convertido en un tema cada vez más relevante en América Latina. Actualmente, alrededor del 60% de la población adulta padece sobrepeso u obesidad 1. Esta situación está estrechamente vinculada al aumento de enfermedades crónicas no transmisibles (NCDs, por sus siglas en inglés), como la diabetes, cuya prevalencia se prevé que aumente casi un 50%. Se estima que para 2045 2, 49 millones de adultos en la región vivirán con diabetes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta de azúcar debe reducirse a menos del 10% de la ingesta calórica diaria total 3. Sin embargo, en muchos países de América Latina, el consumo de azúcar supera esta cifra 4. En este contexto, sustituir el azúcar por edulcorantes bajos y sin calorías puede ser una estrategia efectiva para reducir tanto el azúcar como las calorías. Un estudio de la OMS estima que esta sustitución podría resultar en una disminución de hasta 38 g de azúcar y 135 calorías diarias. 5
En esa línea, científicos de la región discutieron este tema en el simposio organizado por la International Sweeteners Association (ISA) durante la Conferencia de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) 2024 en Medellín, Colombia, en octubre. En el espacio, opinaron sobre el uso de LNCS en una región que enfrenta crecientes desafíos de salud pública, incluidos problemas de sobrepeso / obesidad, mala dieta, diabetes y enfermedades cardiovasculares en un debate moderado por el fundador y Presidente Honorario de FINUT, Prof. Ángel Gil Hernández.
Por su parte, la Dra. Susana Socolovsky, Presidenta de la Asociación Argentina de Tecnólogos de Alimentos, discutió cómo el creciente interés de los consumidores en los productos edulcorantes bajos y sin calorías ha generado preocupaciones sobre la posibilidad de exceder la Ingesta Diaria Aceptable (IDA) para cada edulcorante, que es la cantidad que se puede consumir de manera segura a diario durante toda la vida de una persona sin ningún problema de salud. Sin embargo, aclaró que en los últimos 15 años ningún estudio en países iberoamericanos ha encontrado niveles de consumo de LNCS superiores a la IDA, incluso entre niños y mujeres embarazadas, lo que refuerza que no existe preocupación por la inocuidad del consumo de estos productos. Incluso en países como Chile, donde los extensos esfuerzos de reformulación condujeron a una mayor disponibilidad de productos con bajo nivel de azúcar como resultado de los requisitos de etiquetado para alimentos y bebidas altos en energía, azúcar, grasa y sal, estudios recientes confirman que los niveles de ingesta de LNCS siguen estando muy por debajo de la IDA.6,7
Por su parte, el Dr. Brian Cavagnari, de la Pontificia Universidad Católica Argentina, presentó estudios sobre los efectos en la salud de los azúcares y los LNCS y recomendaciones sobre su uso, incluso de la OMS.3,8 Las investigaciones muestran que reemplazar los productos endulzados con azúcar por aquellos endulzados con LNCS resultó en reducciones modestas pero significativas en el peso corporal debido a una disminución en la ingesta total de energía que oscila entre 135 y 225 calorías por día.5,9 Estos hallazgos, provenientes de revisiones sistemáticas de ensayos clínicos controlados aleatorios, proporcionan el nivel más alto de evidencia sobre la posible relación de causa y efecto entre el consumo de LNCS y el peso corporal.
Los estudios clínicos también muestran que el consumo de LNCS no tiene efectos adversos sobre otros indicadores de salud, como los niveles de azúcar e insulina en sangre en ayunas, la presión arterial o los niveles de lípidos en sangre.10 Por lo tanto, en muchos países de América Latina con una alarmante prevalencia de sobrepeso y obesidad, donde la población supera con creces las recomendaciones de ingesta de azúcar, el uso de LNCS puede ser una herramienta eficaz para reducir tanto los azúcares como la ingesta calórica como parte de una dieta equilibrada, sin necesidad de sacrificar el sabor dulce.11
Por último, la profesora Adriana Gámbaro de la Universidad de la República en Uruguay habló sobre la preferencia humana innata por el sabor dulce y presentó nuevos estudios que exploran si la exposición a sabores dulces aumenta el deseo de alimentos de sabor dulce. La evidencia actual no apoya la hipótesis de que la exposición al dulzor ya sea a través del azúcar o del bajo consumo de alcohol, aumente la preferencia por los productos de sabor dulce.12 De hecho, la investigación clínica sugiere lo contrario: la exposición al sabor dulce podría incluso reducir el antojo de dulces, al menos a corto plazo.
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